Entrando por la puerta principal
del parque del alamillo y tomando la vía Anular a mano izquierda encontramos un
monumento representando una mini-escena de una escuela cualquiera, en un día
cualquiera, la figura de un maestro enseñando a sus alumnos, solo hay dos
pupitres, uno ocupado por la figura de un niño, el otro vacio, en el se sientan
diariamente muchos niños, unos jugando,
otros para hacerse la foto, otros por el simple placer de sentarse,
incluso personas mayores, quizás recordando viejos e inolvidables recuerdos.
Es el Monumento “al Maestro”. Fue inaugurado en el año 2003 y realizado por
el escultor zaragozano, aunque afincado en Sevilla, Ignacio Sancho Caparrini.
De él se dice que sintoniza con
el trabajo escultórico tradicional, manejando la materia hasta extraerle sus
máximas posibilidades, buceando en los complejos misterios de la forma,
transformando la primaria realidad matérica en su más definitivo medio
artístico y manejando los volúmenes hasta conseguir desposeerlos de su
intrínseca racionalidad
En Sevilla podemos ver alguna de
sus obras: “en la avenida de la Raza (Rotonda Molini)”, “en el
museo Taurino de la Maestranza, bustos de los toreros goyescos Costillares y
Pepe-hillo”, “la imagen de María santísima del Consuelo de la Hermandad de la
Borriquita”
Aquí tenemos la escena de 2
figuras apenas esbozadas y deformadas ante un bosque
El monumento que vemos en el
parque del Alamillo fue encargo del Ayuntamiento Hispalense y clasificado por
el autor como grupo escultórico clásico
y muy figurativo
Para mi es importante que de
alguna manera se reconozca la labor
callada y fundamental del maestro, de él depende el futuro de la sociedad, son
de suma importancia las enseñanzas que se trasmiten en una edad en que la
personalidad es moldeable y dirigible y que de alguna manera todo queda impreso, en bien o en mal en nuestras vidas, a
quien no le han quedado grabadas infinidad de enseñanzas de sus profesores que
en momentos cruciales ayudan a salir adelante
Como otras profesiones,
sacerdote, medicos…. los maestros debne ser totalmente vocacionales porque son profesiones de
sacrificio, de mucho esfuerzo, de constante superación y generalmente no
siempre reconocidas, decía un amigo mío “Si el niño aprende, es listo, sino
aprende el maestro no sirve” , ningún padre puede reconocer que su hijo o es
un flojo o su inteligencia no llega para
más. De ahí que su trabajo debe
hacerlo por vocación sin espera de elogio o recompensa.
Yo, que estudié Magisterio, nunca sentí esa vocación, hice lo
mejor que podía hacer, buscar otro espacio, donde al menos no sintiera la
responsabilidad de estar haciendo las cosas sin la debida entrega. Los Niños
son personas en formación que requieren todo el esfuerzo. Siempre los he
admirado
Y considero de máxima importancia
que los padres sientan algo de esa
admiración y en la medida de sus posibilidades colaboren con ellos en la
educación de sus hijos, al menos no restándoles autoridad
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