Árbol pequeño caducifolio, entre 5 a 15 m de altura.
Tronco algo corvado y reclinado, con ramas cortas, espinosas y abundantemente ramificadas.
Corteza pardo oscura negruzca, brotes inicialmente tomentosos.
Hojas tan solo en las ramitas delgadas, elípticas o redondeadas de 2 – 4- cm de longitud y casi igual de anchura, coriáceas. Base redondeada o ligeramente acorazonada, dentada o finamente serrada, acuminadas por delante. Pecíolo largo y delgado. Cara superior verde puro ligeramente brillante.
Flores hermafroditas que se abren a la salida de las hojas numerosamente dispuestas en corimbos umbeliformes, color blanco puro, cáliz verde pálido.
Fruto de pulpa carnosa, con forma globosa de pera, las peras de los perales silvestres son poco apropiadas para consumir directamente, pero se pueden utilizar para fabricar sidras, vinagres, vinos, o se secan y se muelen, y con el polvo se espolvorean pasteles. También se comen en vinagre.
Florece de Marzo a Abril, antes de brotar las hojas.
Hábitat: Característico de encinares, alcornocales y quejigos, en la región mediterránea. Tiene preferencia por los suelos frescos y silíceos. Clima templado. Es de lento crecimiento y poco longevo, aunque vive más que las especies cultivadas
Las peras frescas o cocidas, o su jugo, curan enfermedades renales y del aparato circulatorio, actúan beneficiosamente en el tracto intestinal y hacen bajar la fiebre.
El peral silvestre es una de las especies originarias del peral común (pyrus comunis), cuyos frutos son mayores, más dulces y cuyos brotes carecen de espinas. Frecuentemente es muy difícil distinguir entre un peral común asilvestrado y un peral silvestre.
La madera es pardo rojiza o pardo oscura, dura y pesada y muy estimada para trabajos de ebanistería, talla y tornería ya que es susceptible de toman un bonito pulimento.
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